Capítulo cinco .- Tras la puerta marrón oscuro.

-Eres idiota – hablo con mucho enfado cuando alguna que otra lágrima deja de caer por mi fino rostro.

Consigo escapar. Me dirijo a la puerta, él me para y se coloca delante. Tengo que salir de aquí, joder. Coloco una mano sobre mi zona afectada, hago una mueca de dolor, Harry se da cuenta y la lame, haciendo que un escalofrío invada mi cuerpo momentáneamente. Le miro con recelo, este con una sonrisa, esas que son perfectas. 

-Aparta – suplico.

Obedece y se aparta de la puerta. Me asombro por dentro pero, aparento seriedad. Salgo, intentando no ser retenida pero, Harry me estira hacia él otra vez. 

-Nos veremos pronto, preciosa – murmura. 

Quedo fuera y él cierra la puerta. Sigo hambrienta, no he comido nada todavía. Vuelvo a casa y me detengo en la cocina. Agarro unas galletas y las subo a mi habitación por pereza a preparar la comida. 

Cierro la puerta de mi habitación, me tumbo bocabajo en la cama y me dispongo a comerlas. En nada, oigo el sonido de una puerta abrirse: parece la de Megan. Sigilosamente, entreabro la puerta, para tener mis vistas hacia la escalera. Sigo oyendo pero, no veo nada. Salgo de puntillas, parece una de esas películas de terror donde, escuchas ruidos y bajas a investigar: eso estoy haciendo yo. 

Se escuchan unas bolsas provenientes de la cocina. En vez de bajar, me muevo hacia su habitación. Sin tocar la posición de la puerta, entro. Me escondo en su armario que quepo perfectamente y espero a que vuelva. Veo su cuarto en el entre y entre de las dos puertas de su armario, aunque, no con claridad. No es muy grande, es más pequeño que el mío. Paredes color crema y muebles color marrón flojo. Hay poco espacio en el que moverse.

Oigo ruidos procedentes de las escaleras. Se abre un poco más la puerta, no consigo enfocarla muy bien, veo una figurita fina, pelo negro… no consigo ver más. Diviso como entra a otra habitación, supongo que es el baño. Aprovecho para salir del armario y desaparecer de su dormitorio. ¿Por qué he entrado? Nunca he pasado más miedo. 

Vuelvo a mi cuarto y me tumbo en mi cama: mi primer día en una ciudad y ya tengo trabajo, me han hecho un chupetón y he medio visto a Megan, si se puede llamar así. Creo que lo mejor será descansar. Cierro los ojos e instantáneamente quedo dormida. 

***

Unos fuertes ruidos hacen que me despierte. Me asomo por la ventana y fijo la vista en la de mi vecino, donde se encuentran dos sombras, una encima de la otra. Se oye como gimen, jadean. Ignoro los ruidos, cierro la ventana y me dispongo a dormir otra vez.

***

Escucho una alarma, la de mi móvil. La había puesto a las siete de la mañana para que me dé tiempo a prepararme todo para ir al trabajo.

Perezosamente salgo de la cama e intento mantenerme en pie. Me aseo y cojo mi ropa: una camiseta manga corta color negro donde pone en letras blancas: ‘Love you’. Unos pitillos blancos y, mis converse blancas con mi toque artístico. 

Voy justa de tiempo. Me desplazo hacia la cocina. Aunque no tenga apetito, hago el esfuerzo para comerme una magdalena y así hago. Asciendo las escaleras para dirigirme a la puerta marrón de Megan, como siempre, está cerrada. 

-Voy a trabajar, ¡Después nos vemos! – la digo feliz. 

Me dirijo hacia las escaleras.

-Espera – murmura.

Vuelvo a mi sitio anterior, la puerta se encuentra entreabierta. Me acerco con miedo, intentando ocultarlo.

-¿Quieres pasar, ____? – propone Megan dulce.