Capítulo tres .- Nuevo trabajo.

Doy unos pequeños golpecitos en la puerta con el puño cerrado. Me abre un chico joven, debe tener poco más de veinte años. Es alto y fuerte, ojos verdosos, cabello corto y rubio. Alzo mi vista para mirarle, este me observa con una sonrisa intimidante.

-Pase, por favor – me invita.

Asiento y paso a una sala bastante amplia, adornada con dos sofás blancos, uno a cada lado, con una mesa ancha y larga en medio de estos. Conforme paso, desabrocho un botón más, a saber como irá. Camino moviéndome provocativamente y me siento en uno de los sofás, el que queda más cerca de la puerta.  Me mantengo con la espalda recta y saco pecho hasta que se sienta al lado mío. Giro la cabeza y observo como sus verdes ojos me observan con deseo. 

-¿Qué te trae por aquí? – dice mientras pasa un brazo sobre mis hombros, deslizándose hasta mi pecho. Le cojo la mano e impido que lo toque.

-Necesito trabajo – respondo.

Es la primera vez que pido trabajo, no sé qué hacer, nunca he trabajado pero, en mi pasado, me estuvieron enseñando cómo cocinar y esas cosas… Si me contrata, puedo hacerlo bien ¿No?

-El trabajo es tuyo – afirma con una media sonrisa – mi nombre es Jason, por si lo preguntabas, preciosidad.

-¿No tengo que rellenar nada ni hacer nada? Mi nombre es ____.

Me habían explicado que, para encontrar trabajo, debías entregar un currículum. Aquí, en Holmes Chapel, todo funciona diferente ¿O algo?

Jason niega con la cabeza por mi pregunta y vuelve a mirarme con una de sus sonrisas. Sinceramente, odio esa sonrisa. 

-Pensándolo mejor, me deberás algo – vuelve a sonreír.

Diablos, no sonrías más. Un escalofrío invade mi cuerpo en cuestión de segundos. Vuelvo a acomodarme en el sofá, haciendo que Jason quite el brazo de mis hombros. Espero a que siga su frase.

-Una noche, tú y yo, ahí – su dedo índice señala una puerta, de la cual sale una pelirroja casi desnuda. 

Mi labio inferior es mordido rápidamente debido a mi nerviosismo.

-Jason, vuelve, necesito más – habla esa, mientras pasa una mano por su frente, intentando quitarse su sudor. Yo quedo mirándola con un poco desprecio por su aspecto actual – por cierto, ¿Quién es esa? – termina mientras me señala.

-La nueva empleada, ____. Será como la oveja negra del rebaño – le confirma Jason a la pelirroja. 

Me mira con rabia y a la vez me sonríe pero, falsamente. Quedo mirando el suelo, para evitar todo tipo de miradas. El silencio invade la habitación, parecemos muertos, a penas se oye nuestra respiración. 

-¿Vienes o no? – insiste por segunda vez la pelirroja.

-Voy nena – responde dirigiéndose a ella – por cierto – añade mientras se gira hacia mí – tu uniforme está encima de la mesa, póntelo y empieza a trabajar – exige – yo estaré ocupado temporalmente.

Entra a otra habitación, diferente en la que me encuentro. Veo el uniforme donde había mencionado el mujeriego o, simplemente mi estúpido jefe. Lo recojo y entro a otra sala: una especie de vestidor, donde se encuentran bolsos, y ropa informal, será de las otras empleadas, deben cambiarse aquí. Hago lo mismo, en pocos minutos ya visto igual que ellas: parezco puta…

Bajo un poco mis shorts negros y salgo de ahí. Me vuelvo a encontrar en la misma sala, donde estaban los dos sofás blancos. Oigo unas voces, que vienen de la habitación donde estaba metido Jason. Ignoro los ruidos y salgo.

Me encuentro otra vez en la cafetería, vuelvo a la barra para hablar con la misma pelirroja que me informó donde se encontraba Jason. Se asombra al verme. 

-¿Cómo lo has hecho? – pregunta aturdida.

-Fue pan comido – río – comenzaré a trabajar.

Ella asiente y ríe por lo bajo. Cojo una pequeña libreta y bolígrafo. Me despido de la pelirroja, ha sido la única que, de momento me ha caído bien. Todavía no sé su nombre, después le preguntaré. Me muevo por el local, con algo de inseguridad, sin prácticamente saber qué hacer hasta que veo a un joven levantando la mano, indicándome que venga. 

-¿Qué desea? – pregunto sacando la libreta de mi bolsillo trasero, juntamente con el boli.

-Nunca había visto a una morena trabajando para Jason – responde con una voz áspera, observándome de arriba abajo intimidante. 

-¿Va a pedir o no? – le comento ignorando lo que anterior dijo.

-Claro – muestra sus dientes completamente blancos y alineados. Sus rizos adornan su cabeza y, sus ojos verde esmeralda hacen que tenga un aspecto excelente – un descafeinado y, también a ti.